lunes, 25 de marzo de 2013

Mensaje para el que se hace llamar apolítico. De B.Brecht y yo.


Encontré esta foto en el muro de un amigo. Me viene a la cabeza la de veces que me digo que no voy a escuchar más las noticias o que no he de mirar la prensa. Me digo que no hago nada para que la cosa cambie, en no gustándome, y que a la hora de la verdad, llegados a este punto, envidio al que pasa de todo y solo se preocupa de su pequeño espacio vital.
Leo muchas entradas sobre lo que he de hacer con mi vida personal, con mi ego o con el ego de los demás y veo que todo tiene un punto religioso. No me gusta mucho esto. Da la sensación de que al final, solo yo soy importante y el mundo queda relegado... queda? solo cuando nos tocan las narices. Entonces pasamos al punto de la denuncia mosqueada, de la educación que se va perdiendo a medida de que no encuentran la solución.
Es que esto del espíritu debería venir un manual y traer un apéndice de cómo llegar a poder ver el futuro, de cómo hacer para que los sortilegios funcionen o en su caso las maldiciones. Nada. Ni siquiera un poco de contagio cósmico del bien o del mal, qué para el caso es lo mismo.
Hay mucha gente que dice esto de que a ellos la política no les va, que no les interesa. Casi al nivel de la religión y estúpidamente colocándolo en el mismo cajón. Cierto es que tenemos la suerte de que en este occidente nuestro hemos conseguido diferenciar bien el tema; nos costó lo nuestro, incluso aun quedan muchas puntadas sin hilo por las que luchar, seguimos usando mucho vocabulario que implica esto, y eso es demasiada convivencia.
No me gusta la política, no como está ahora. En los libros de historia te cuentan que era como un juego de ajedrez y te lo crees. Valientes mentiras. Siempre fue un "a ver quién da más" "a ver quien roba más" "a ver quién manda y domina mejor" Hay estrategias pero temo que nos engañan en cuanto al sentido de las mismas, queriendo implicar a toda la población.
Y ahora, ahora no deja de ser lo mismo, solo que lo vemos más claro, más concreto, y nadie piensa que el que llega al poder es uno con buenas o malas ideas; es uno que también será gobernado por parámetros que le comprometen... sus negocios, sus contactos, los que están por encima de él, los mercados... y nos enseñan un planteamiento qué al no funcionar nos dice que es erróneo, y lo que es, un engaño tras otro.
Entiendo a los que dicen que no les va la política, ni la religión, ni nada que les haga estar al lado del vecino. Hay vecinos que dan asco o que les tememos y mejor, ni acercarse.
Entiendo que cuando por una cosa u otra se tienen que enfrentar a un deshonor, a un pleito o una necesidad de ayuntamiento, caigan en la desesperación más grande. Es como cuando crees es dios y todo te sale mal. No dejas de pedir una señal, un poco de favoritismo, qué le diste la fe y nada, no solo no hay señal, además sigues en el agujero. Entonces, no crees y quieres buscar otro motivo de empuje para seguir aguantando las inclemencias.
Te agarras a lo que puedes y a lo que crees que te dejaran un pedacito de asa... y sigues sin pensar que no va a venir un salvador, que si no te "ajuntas" incluso con ese vecino que es un asco, no vas a conseguir que la calle vuelva a ser tuya. Ni tendrás tranquilidad, ni fe, ni descanso.
Escucho los enfados y la reprobación hacia los que en un último punto se presentan en las casas de esos que dicen ser salvadores y no solo no salvan, nos hunden. Les entiendo y juro que haría lo mismo de no ser porque a mí, tampoco me gusta la política, ni la religión, ni el fútbol... ni la desgracia, ni el hambre, ni el paro, ni la miseria...

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